martes, 9 de septiembre de 2008

Celia Hart le escribe a René que está preso hace diez años en Estados Unidos, el héroe cubano y su convicción revolucionaria Celia murió anteayer

'René de mi alma:

Hoy es tu cumple, un cumpleaños tal cual lo es para ese otro camarada que sabes que también es de mi alma... él es mi vida entera.

El destino me coloca en un abismo circunstancial entre estos 13 de Agosto algo desparramados entre sí.

Cercada estoy por estas dos desventuras: Fidel y ustedes casi no nos pueden hablar, y no los podemos ver como andamos necesitando.

Ustedes seis que son los puntos más altos de mi revolución.

Aunque claro que algo ha cambiado:

El año pasado estaba tan aterrada que no lograba reconocer los rayos de Sol por mi ventana cuando escribía...

Aquel agosto siniestro se nos enferma Fidel y ustedes pierden de forma asquerosa la apelación... burlándose el destino de todos nosotros. En aquel agosto desolador lo único que deseaba

Era que el mundo se volteara al revés, para ver si volvía a ser mundo.
Mas ahora es diferente René:

Nuestro enfermo nos escribe a diario y lo seguimos sintiendo cerquita... y ya al menos el mundo empieza a conocer más sobre vosotros.

Claro no todo lo pegadito que yo necesito...

Prefiero la voz de Fidel a su pluma, Y su gorra verde encajada sobre el rostro a su traje deportivo.

Pero él está aguantando el golpe con la gallardía de siempre, como el caballero luminoso que es.

Escuchar por otra parte la voz de Gerardo en la BBC fue también un paso delante.
Es por eso que este 13 de agosto es distinto.
Durante este año hemos estado juntos los que luchamos por ustedes ¡Y los que irreversiblemente amamos desconsoladamente a Fidel! Cuando veo la risa contagiosa de Olguita y lo inmensa que está Ivette,

Entonces pienso que el tiempo está transcurriendo; Y trato de adivinar si será o no nuestro aliado

¿Tú que opinas?

Este tiempo que debemos usar para traerles a ustedes cinco de vuelta.
Y ya no es justicia, René.

Ese término dejó de tener sentido para mí:

La justicia de ese engendro que se llama país...no me interesa, Hablar de ella es como hablar de cascadas tibias en el desierto o Aspirar que le broten rosas blancas al marabú.

Aun así habrá que esperar este 20 de Agosto para ver que sucede.
Sólo por la fecha escogida, ando media dudosa... (Algún día te cuento por qué no me gustan los 20 de Agosto).

En lo que sí confío mucho es en la conciencia que van tomando los pueblos, La clase trabajadora mundial sobre la importancia de esta lucha que ustedes han desatado.
Porque de ese gobierno, ni del próximo, ni del más allá espero nada. Ese sistema social despedazándose ante nuestros ojos es absolutamente inservible:
Lo único que espero es que logremos destruirlo en breve:
Un orden social que permite encarcelar y asesinar a los buenos y liberar a los malos es desechable; tan sólo para que los niños logren entender de nuevo los cuentos de hadas.

Ustedes me han hecho conocer los mejores hombres del mundo, han sido mi carta de presentación entre ellos Olguita, Rosa, Eli, Adriana y a todos los demás.
Felicidades entonces, a ti y a mi otro camarada enfermo.

Porque a él y a ustedes le debo de forma continuada la salud de mis ideas, por más que me las critiquen.

Porque ustedes y él representan lo más alto, lo más confiable, lo más seguro y hermoso de mi revolución.

Y así estoy cercada por dos cumpleaños... Pero con la fe de que tal cual como yo...la vanguardia de este mundo está soplando velitas de aniversario....

Uno está en cama de enfermo y con la pluma en la mano Y el otro con sus cuatro compañeros encarcelado ofreciendo el mejor ejemplo de dignidad que tan escaso anda.

Aun enfermo, Fidel es el hombre más saludable del mundo Y ustedes, encarcelados, los más libres.
Y yo, como corolario, la más segura de las revolucionarias, sabiéndome militando en ese partido hinchado de luz.

Un abrazo militante.


Hasta la Victoria
Celia Hart'

Eugenia Izquierdo argentina rescata al dirigente Montonero Mariano Pujadas fusilado en Trelew Argentina del Terror Cine Histórico Documental





















Pronto, Claro, Bien
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Una película rescata la memoria


La cineasta Eugenia Izquierdo realizó una investigación de cuatro años para poder llegar a filmar este documental, que será testimonio de una época de Córdoba y del país, además de la recuperación de la historia de la familia Pujadas.

Foto: el dirigente montonero cordobés Mariano Pujadas, en conferencia de prensa poco antes de su fusilamiento, junto a otros quince revolucionarios, en Trelew.

Varios años, muchas dificultades y no pocos dolores para llegar a rodar esta película.

Egresada de la Escuela de Cine de la Universidad Nacional de Córdoba, Eugenia Izquierdo tiene 30 años. Cuando sucedió la tragedia no había nacido. Pero habla de esta historia con detalles increíbles y con una pasión que sólo puede sentir quien se ha involucrado durante más de cuatro años en la búsqueda y la investigación de un hecho conmovedor y trágico para la historia de Córdoba. Es la directora de la película y coguionista junto a Élida Eichenberger. A este compromiso, se sumó también Sebastián Sáenz, productor del documental.

Viajes a España, revisión de documentación, minucioso trabajo de archivo y conexión con quienes serán protagonistas de la película.

Contactar a la familia. No fue fácil para Eugenia superar obstáculos ya que, de a poco, tuvo que ir tejiendo un entramado para llegar a la familia Pujadas, principalmente a Víctor. "El trabajo con la familia fue muy delicado y paciente, es doloroso revivir esta historia de horror y poder rescatarla para uno de quienes la vivieron, y con 11 años de edad", explica Eugenia.

Pero, a pesar de las primeras imposibilidades, Eugenia tomó contacto primero con los nietos del matrimonio Pujadas y luego con Ángeles, quien fue contándole a Víctor los pasos que iba dando Eugenia.

"Uno de los hechos más fuertes fue la entrevista con Manuel Lorenzo, un ex preso político, compañero de Mariano en el penal de Rawson, que guardaba una foto que Mariano tenía pegada en la pared de su celda. Lorenzo me dijo que deseaba que yo le entregara esa foto que él guardó durante tantos años y que atrás tiene una leyenda de la mamá de Mariano", relata Eugenia. Y Élida Eichenberger agrega: "Cuando se fugan, Lorenzo piensa 'pase lo que pase Mariano acá no vuelve', por lo tanto esconderé la foto. La tiene durante mucho tiempo en el colchón. La salvó de cantidad de requisas y la guardó como algo muy valioso. Siempre pensó que quería que esa foto la tuviera Ángeles".

Poco a poco fue creciendo la relación entre Ángeles y Eugenia, quien le comenta detalles de la historia de su familia.

Un viaje por su historia. En Barcelona, Izquierdo comienza a tener contacto con Víctor y a plantearle la posibilidad de la película. Él se identifica con la propuesta que le ofrecen Eugenia y sus colaboradores, ya que son las motivaciones y las necesidades que él tiene.

Sebastián Sáenz, productor del documental, aclara: "La película no gira alrededor del hecho trágico o policial solamente. Será un viaje emocional de uno de los familiares, en este caso Víctor, pero no centrado en el hecho policial estrictamente. Por este motivo, los plazos de la película dependen de las posibilidades de Víctor Pujadas para viajar desde Barcelona y así poder rodar todos los encuentros y el recorrido".

Pero Víctor Pujadas tiene el apoyo incondicional de su familia, que desea venir con él en el momento de su recorrido, ya que no quieren acompañarlo cuando tenga que enfrentarse a tanta muerte pero también a tanta vida. Víctor se reencontrará con amigos de sus padres y hermanos; con empleados de la granja de su familia; con Pitrola, actual arrendatario de la granja que sigue siendo de los Pujadas; con ex militantes montoneros; con habitantes de lo que era el barrio Mariano Pujadas; con miembros de la escuela de las monjas azules, donde estudiaron sus hermanas y él mismo. En fin, para Víctor significará revivir los 11 años que vivió en Córdoba y que tanto disfrutó aunque luego sobreviniera la tragedia.

La directora del documental explica: "La idea de Víctor como personaje es de una persona que tiene la vida atravesada por el crimen. Hay un antes y un después para él ya que tenía 11 años en ese momento. Inocentemente, Víctor en el colegio escribía PV (algo que se podía interpretar como Perón Vuelve). Y cuando le decían que no había que escribir eso por lo que significaba, él respondía que eran las iniciales de su nombre, al revés: Víctor Pujadas. Él no tiene la posibilidad de elegir, como lo hicieron otros. Vive la historia desde otro lugar, no era un militante. Víctor se tuvo que rearmar entendiendo su historia".

Avatares en España. La familia Pujadas se habría venido por el gran desencanto que imponía el franquismo. A partir de 1949, ellos comienzan a pensar en salir de España y concretan la salida en 1953. Tanto José María Pujadas como su esposa, Josefa Badell, eran médicos.

Eugenia Izquierdo cuenta: "Tenían un laboratorio de análisis clínicos al que se acercaba gente que les decía: 'Les doy sangre por un plato de comida'. Ese era el espanto que se vivía en España en esos años. Y esa situación para el matrimonio Pujadas era insoportable. Además del desencanto con la situación social, Josefa temía que alguno de sus hijos tuviera que ir a la guerra por la situación que se vivía en Europa. También era decisivo tomar una determinación respecto de la tuberculosis que había contraído su esposo".

Un conjunto de causas hizo que los Pujadas abandonaran su Cataluña y llegaran a la Argentina. En Córdoba, llegaron a tener una de las avícolas más importantes y prósperas de la provincia.

La Córdoba de los '70. El matrimonio Pujadas organizó en Córdoba una asociación de familiares de presos políticos con acciones concretas. En su investigación, Eugenia Izquierdo corroboró que varios familiares de presos que eran de otras provincias, sin recursos, y que tenían familiares presos en Rawson, eran ayudados por el matrimonio Pujadas con los pasajes para que pudieran viajar y visitar a sus familiares. Otras veces enviaban un camión de huevos de la granja a Trelew.

Eugenia cuenta: "El matrimonio Pujadas apoya incondicionalmente a todos sus hijos y los acompaña en los avatares a los que su militancia política los enfrenta. Luego del asesinato de su hijo Mariano, José María Pujadas participó en diferentes actos públicos en los que exigía el esclarecimiento del crimen y manifestó sentirse orgulloso de su hijo".

Si consiguen el apoyo necesario, Eugenia, Élida y Sebastián podrán ofrecer este material para la historia de Córdoba y el país en marzo o abril próximos.
Publicado en: La Voz del Interior, edición impresa, Córdoba. Enviado a @DIN por: Red de Noticias de Derechos Humanos, reddenoticiasdhs@gmail.com

Chau a Julio Roca el general genocida de los billetes de curso legal argentinos, tiño nuestra historia de sangre, ¡fuera su estatua!















Estimados compatriotas:

enterado de que puedo hacer llegar mi deseo, de que la imagen del genocida General Julio A. Roca, sea erradicada de todos los billetes moneda nacional,deseo expresarlo fervorosamente.

También invito a quienes reciban este correo que se sumen a esta reivindicación a nuestra propia estima, por haber llevado (los pudientes) encima durante tantos años, semejante imagen del fascineroso.

Eladio González (Toto) director
LE. 4.676.650


deberán enviar su voluntad al siguiente mail:

juanaspergamino@argentina.com

Celia Hart sobrina de Abel Santamaría hija de Haydee amiga de Pablo Kilberg y Nestor Kohan la cubana que conmovió a la izquierda en el mundo Trotsky


















Celia, un huracán militante

Por Néstor Kohan


Es una pérdida enorme. Nos parece mentira. Celia Hart Santamaría acaba de fallecer junto con su hermano Abel en un accidente automovilístico en La Habana. Nos enteramos anoche. Pablo Kilberg, incansable amigo de la revolución cubana y de Celia (que son lo mismo), nos llamó y nos dio la triste noticia. ¡Justo ahora, cuando ella hacía más falta que nunca! Mucha impotencia. Una sensación muy fea en la boca, en la garganta, en el estómago.

Todo el mundo la presenta como “la hija de”. No está mal. Su mamá fue Haydeé Santamaría Cuadrado [ 1922-1980] , militante revolucionaria, emblema y símbolo de la revolución cubana, compañera de Fidel Castro desde los primeros días, asaltante del cuartel Moncada, fundadora de Casa de las Américas. Su papá, Armando Hart Dávalos [1930-] , dirigente histórico de la revolución cubana, fundador del Movimiento 26 de julio también junto a Fidel, ministro de educación de la revolución e inspirador de su célebre campaña de alfabetización. Además de sus padres, Celia contaba entre sus familiares con Abel Santamaría Cuadrado [1927-1953], colaborador político de Fidel desde antes del golpe de estado de Batista, luego asaltante del cuartel Moncada, capturado vivo, torturado y asesinado por la dictadura de Batista.

Pero Celia era mucho más que “la hija de” o la “sobrina de”. Tuvo, tiene y tendrá una luz y un brillo propio. ¿A quien le cabe duda?

Trabé relación con Celia a través de su padre. Fue Armando quien más nos insistió con la necesidad de conocer a Celia. Había entre ambos, padre e hija, una relación muy fuerte, afectiva y emotiva pero también intelectual y política. Todo escritor, cuando escribe, tiene en mente un diálogo con alguien. Me animo a decir que Armando era uno de los interlocutores imaginarios de Celia, al igual que Fidel Castro. Siempre tenía en mente sus opiniones, en un diálogo real o imaginario. Cada vez que Celia me escribía, confesaba: “ me imagino lo que estará pensando mi padre ” o “ lo que debe pensar Fidel de esto que estoy diciendo ”, “ estoy segura que a Fidel le debe encantar ”.

Llegué a Celia por intermedio de Armando. Hace más de una década, en medio del desierto moral e intelectual de los años ’90, durante el reinado feroz e implacable del neoliberalismo en todo el mundo, Armando Hart nos escribió después de leer un trabajo sobre Marx y el tercer mundo publicado en la revista Casa de las Américas. Entusiasmado como un chico, nos envió una conferencia suya sobre el Manifiesto comunista . Al intercambio de cartas y trabajos siguió el encuentro personal, gracias al amigo y compañero Fernando Martínez Heredia, igualmente guevarista como padre e hija.

El vínculo con Armando se estrechó. Él nos prologó un libro sobre el marxismo latinoamericano que lamentablemente hasta ahora no se publicó en Cuba (aunque ya estaba diagramado y listo). Tuve a su vez el honor de prologarle un libro suyo sobre Marx, Engels y la condición humana . Luego, en una de sus visitas a la Argentina, Armando Hart vino como expositor a la Cátedra Che Guevara. En esas conversaciones con el padre, además de Martí, Ingenieros, la Reforma Universitaria, Mella, Guiteras y Fidel, de Marx y Engels, del Che y Freud, siempre salía el tema de su hija Celia. Era recurrente. Armando le tenía una admiración que jamás ocultó. Nos decía, una y otra vez: “ Celia es como Haydeé [la mamá de Celia] , pero ahora en tiempos del posmodernismo” .

La primera vez que la vi, Celia no comenzó hablando de la revolución latinoamericana, de Fidel, del Che o de Lenin, Trotsky y los bolcheviques. ¡No! Cuando todavía no habíamos abierto la boca, las primeras palabras que nos dijo, con una sonrisa amplia de oreja a oreja, fueron: “ Estoy muy celosa de tu relación con mi padre” . Así era ella, tremendamente irónica y tierna al mismo tiempo, profundamente humana, muy querible por sobre todas las cosas. La antítesis viviente del “aparato” impersonal que transforma la política de los revolucionarios en algo desalmado, frío, administrativo, burocrático. Repleta de afecto, de ternura, de humanismo, podíamos discutir sobre cualquier problema de la coyuntura latinoamericana, de Chávez, del futuro de Cuba, de los gusanos de Miami o de lo que sea, y en la mitad, siempre, invariablemente, intercalaba una broma, un chiste, una ironía o una alusión inesperada a un amor suyo, amigo mío. Celia hablaba, intervenía y escribía desacralizando, rompiendo los moldes y las consignas efectistas de volante, desoxidando las formas pétreas de los discursos acartonados y mustios de la izquierda tradicional. Era un torbellino de ideas. Hablaba a una velocidad increíble, a veces difícil de seguir. Generaba mucho entusiasmo en los jóvenes. Lo he comprobado en Cuba y también en Argentina. (hace muy poco tiempo, hermanos chilenos me decían que pensaban invitarla al país trasandino).

En estos años conversamos sobre muchas cosas, sobre acuerdos mutuos y también sobre matices diversos. Cuando la discusión se ponía fuerte, Celia me disparaba con una sonrisa: “ Bueno, tú sabes que yo soy física de profesión ”. Y ahí afloraba la risa. Nos aflojábamos y entonces seguíamos.

Celia jugó un papel enorme en la batalla de las ideas de los últimos tiempos, dentro y fuera de Cuba. A mi modesto entender, la palabra de Celia Hart fue muy útil y muy eficaz. Sirvió, como decimos en Argentina, para “abrir cabezas”, es decir, para hacer pensar. ¡Celia ayudó a pensar! Provocó a las distintas tribus de la izquierda latinoamericana obligándolos a escucharse mutuamente (una tarea nada fácil, por cierto).

A los comunistas tradicionales, formados en el mundo cultural de la Unión Soviética, los empujó contra la pared y los obligó a abandonar los prejuicios infundados y a leer, por fin, al “innombrable” y “demoníaco” León Trotsky, tantas veces borrado de fotos y de historias por la censura y también por la autocensura de varias generaciones educadas en el stalinismo. Aunque sea para discutirle, tuvieron que ponerse a leer a Trotsky. Alguno que otro reaccionó con encono, pero la mayoría adoptó otra actitud más suave y racional, tomó como un desafío el planteo de Celia y a partir de allí hubo que volver a pensar y repensar viejos dogmas, hoy apolillados y completamente ineficaces. ¿Quién podía acusar a Celia de desconocer el mundo cultural y político del Este europeo, afín a la URSS, aquel que se cayó con el muro de Berlín, si ella había vivido años y había estudiado física, precisamente, en la República Democrática Alemana (RDA)? ¿Quién podía acusar a Celia de ser “contrarrevolucionaria”, “quinta columna” o vaya uno a saber qué, si ella amaba —no sólo admiraba sino que amaba— a Fidel Castro?

A los trotskistas, latinoamericanos pero también europeos, Celia los increpó y les habló de Fidel y del Che sin pelos en la lengua, con argumentos políticamente rigurosos y también con amor. Les dijo, una y otra vez, que el internacionalismo no se declama en panfletos y revistas universitarias o en la retórica de salón, que la revolución cubana envió casi medio millón de combatientes internacionalistas a Angola y a toda América Latina. Celia los obligó a reclamar por la libertad de los cinco revolucionarios cubanos encarcelados en EEUU. Los interpeló, cada vez que pudo, para que abandonen fórmulas cristalizadas y puedan mirar con otros ojos, no tan prejuiciosos, a Cuba y a su revolución.

En el caso del maoísmo, algunos de sus dirigentes estaban muy enojados con Celia por sus críticas a Stalin (figura también cuestionada, dicho sea de paso, por Armando Hart Dávalos en un trabajo suyo donde comenta la famosa biografía de Isaac Deutscher, autor que le dio a leer a su hija desde muy joven). En la Habana, al secretario general de un partido maoísta argentino le presentamos a Celia para que conversara personalmente con ella y pudiera de esa forma comprender quien era y cómo pensaba, más allá de sus artículos, tal vez de esa manera se romperían algunos prejuicios.

Insistimos. La gran virtud de Celia ha consistido en que sus intervenciones, no siempre planificadas ni calculadas con serenidad (lo cual le generó no pocas angustias y dolores de cabeza cuando la prensa burguesa intentaba manipularla o tergiversarla), obligaron a la izquierda a pensar. ¡A pensar! Esa actividad no siempre practicada cuando la pretendida “ortodoxia” del marxismo (sea cual fuera la familia ideológica en cuestión, se pertenezca al guetto que se pertenezca) se transforma en un salvoconducto para rumiar y repetir frases hechas, sin reflexión propia ni pensamiento crítico.

En el mundo cultural de las izquierdas Celia era mirada como una “rara avis”. ¿Fidelista trotskista? ¿Crítica de la burocracia y el mercado y defensora a muerte de la revolución cubana? ¿Guevarista encendida que no acepta participar de homenajes oficiales e institucionales al Che? ¿Cómo es eso? ¡Qué me lo expliquen!... habrá pensado más de uno.

Lo que sucede es que las masacres y los genocidios militares de América Latina, perpetrados bajo mandato del imperialismo norteamericano, no sólo quemaron cuerpos y desaparecieron personas. También quemaron libros y pretendieron desaparecer pensamientos.

La propuesta iconoclasta y, en un punto, ecuménica, de Celia no partía de cero ni era producto de una nueva fórmula alquimista. Era un punto de llegada. Antes que ella lo propagandizara con su prosa tan personal, donde el brillo literario no era indiferente a la danza de las musas, otros compañeros habían intentado conjugar esa síntesis de tradiciones culturales y políticas diversas.

Por ejemplo, Michael Löwy, en su libro El pensamiento del Che Guevara de 1970 (ediciones varias), había intentado reivindicar al Che en su integridad —no sólo como guerrillero heroico sino también como pensador marxista de alto vuelo—, defender la revolución cubana y promover el guevarismo sin dejar de inspirarse en León Trotsky, en Rosa Luxemburg, en el joven György Lukács. Muy cerca de Löwy, el compañero Carlos Rossi [seudónimo] escribió dos años después, en 1972, La revolución permanente en América Latina (se puede consultar en http://amauta.lahaine.org ). Allí Rossi analizaba toda la historia contemporánea de nuestra América desde las teorías del desarrollo desigual y combinado y la revolución permanente, mientras hacía suya la estrategia de lucha armada a escala continental de la revolución cubana y el guevarismo. Dos antecedentes inequívocos de las propuestas y los ensayos políticos de Celia.

Cuando Celia nos pidió el año pasado, en junio del 2007, que presentáramos en Argentina su libro Apuntes revolucionarios. Cuba, Venezuela y el socialismo internacional ([Buenos Aires, Fundación Federico Engels, 2007], colección de artículos suyos de internet, en gran parte publicados por nuestro común amigo y compañero Luciano Alzaga, quien mucho contribuyó a difundir el pensamiento de Celia y a hacerla conocida fuera de Cuba) se lo dijimos públicamente. Allí recordamos esos dos trabajos “olvidados”, previos al libro de Celia y precursores con treinta años de distancia del de ella. Lejos de cualquier petulancia o autosuficiencia, tan común entre algunos gurúes de la izquierda académica, ella ni se ofendió ni se enojó. No pretendía descubrir por enésima vez la pólvora. Con humildad extrema, casi exagerada, Celia respondió que ella se consideraba una “recién llegada” al mundo de la teoría política y social y reconocía que sus planteos hetorodoxos (se los mire por donde se los mire) no nacían de la nada, sino que prolongaban una tradición previa.

¡Esa era Celia! Ese gesto la pintaba de cuerpo entero. No necesitaba vanagloriarse de nada. Sencillamente porque tenía mucho para decir. Sólo los mediocres necesitan aferrarse a las formas, porque carecen de contenido propio. Esa noche, en la presentación de su libro, casi doscientos jóvenes desbordaron el lugar. Celia terminó hablando encaramada a una mesa, rodeada de un mar de militantes de diversas tribus de izquierda (no sólo argentina, hasta sandinistas había y Celia discutió con ellos, sin dejar de reivindicar la revolución de 1979). Ella sola logró reunir las diversas capillas de nuestra dividida izquierda, luego de años y años de hegemonía populista, reformista y posmoderna.

El propio Löwy hace referencia a Celia en su última investigación sobre el Che y el guevarismo actual. Cuando el investigador brasileño nos envió los borradores de un capítulo de su libro para recibir sugerencias y opiniones, le preguntamos: “¿No vas a incluir entre los guevaristas actuales al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) de Chile? ¿Y a Celia en Cuba?”. Igualmente, con la misma humildad, el historiador e investigador los incluye en la edición final. Sobre ella, Löwy hace referencia allí a “ los escritos fogosos de Celia Hart ” destacándolos entre las últimas expresiones del guevarismo contemporáneo (Véase Michael Löwy y Olivier Besancenot: Che Guevara: una braise qui brûle encore [Che Guevara una brasa que todavía quema] París, Mille et une nuits, 2007. Capítulo “La herencia guevarista en América Latina”. p. 153). Cuando ese libro ganó la calle, sus dos autores, inspirados en Trotsky pero también en el Che Guevara, fueron acusados inmediatamente —como si fuera algo gravísimo— de “guevaristas”...

Irrefrenable, repleta de entusiasmo militante, Celia escribía siempre con urgencia. Mandaba a sus amigos sus textos pidiendo observaciones de última hora, preguntaba en qué página de qué libro se encuentra tal o cual cita y así discutíamos, con franqueza, con lealtad, fraternalmente, sin dobles mensajes, sin calcular favores institucionales o conveniencias mezquinas.

El último intercambio que tuvimos fue sobre una subvariante del trotskismo argentino: el morenismo, corriente que la invitó por última vez a nuestro país. Cuando nos pidió nuestra opinión, volvimos a reiterarle lo que siempre le habíamos manifestado. Desde una posición de respeto por la abnegación de una militancia muchas veces sacrificada, considerábamos inocultable, y así se lo transmitimos a ella, la enorme distancia que separaba en el morenismo una retórica altisonante y una escritura encendida de una prolongada historia mundana, terrenal, en gran medida reformista. Le proporcionamos ejemplos concretos de la historia argentina que Celia no tenía porqué conocer. Conductas no siempre dignas ni decorosas que, a nuestro modo de ver, no derivaban de la “maldad” y menos de la “traición” individual de tal o cual dirigente político —por lo general esforzados y muy sacrificados— sino de una concepción y una estrategia política a nuestro modo de ver errónea, muchas veces acríticamente institucional y electoral.

A partir de este ejemplo puntual y de muchos otros interrogantes compartidos durante años, con Celia conversamos sobre las polémicas históricas que en su oportunidad enfrentaron a los partidarios de Nahuel Moreno con los de Mario Roberto Santucho, asesinado por la dictadura militar en 1976 (uno de los principales líderes del guevarismo en Argentina y en el cono sur latinoamericano —donde compartió trincheras y organizaciones con el chileno Miguel Enríquez, el uruguayo Raúl Sendic y los hermanos bolivianos Inti y Coco Peredo). Celia siempre me repetía la misma frase, me lo transmitió oralmente, cara a cara, en más de una conversación, y también por escrito: “ Tú sabes, querido Néstor, que mi partido es el del Che Guevara y el de Robi Santucho ”. Nunca me lo dejó de repetir.

Celia tenía insistencias. Una de ellas era la necesidad de diálogo real y unidad concreta entre las diversas izquierdas. No unidad con fracciones del poder sino unidad de las izquierdas, donde las diferencias no siempre son contradicciones antagónicas.

Por ejemplo, cuando en septiembre de 2007 el Colectivo Amauta y la Cátedra Che Guevara organizaron un corte de avenidas (Callao y Corrientes, en pleno centro porteño) y una clase pública en defensa de los presos políticos, Celia no falló. Junto a mensajes recibidos de todo el mundo, la extensa, emotiva y comprometida carta que Celia nos envió por los presos representó con dignidad la voz cubana en esa actividad unitaria, donde convergían corrientes muy diversas. Celia actuaba eludiendo cualquier tentación de guiarse por la razón de Estado. No tenía en mente ni priorizaba las relaciones diplomáticas entre el Estado de su país y el gobierno de Kirchner, sino que estaba más preocupada por la situación de los presos políticos argentinos entonces en huelga de hambre. Era lo más lógico.

Más tarde, el Colectivo Amauta y la Cátedra Che Guevara lanzaron la iniciativa de organizar un Seminario Guevarista Internacional para junio de 2008. Celia nos volvió a escribir. Nos contó que la habían invitado para inaugurar un monumento oficial al Che en la ciudad de Rosario (Argentina), donde junto a sectores de izquierda también concurrirían otros afines al gobierno de Kirchner y a corrientes de la socialdemocracia local. Según ella nos dijo, no aceptó aquella invitación. Nos aclaró que ella no buscaba lucirse haciendo “portación de apellido prestigioso”. Tampoco quería contactos oficiales del gobierno argentino ni le interesaban. Optó por apoyar la iniciativa del Seminario Guevarista Internacional pero con un planteo propio. Se ofreció a participar personalmente (viaje que no se pudo concretar pues los organizadores no oficiales no contaban con dinero para su pasaje) y además prometió batallar por convencer a los numerosos nucleamientos inspirados en el trotskismo para que apoyen la movida que se hacía en defensa del Che y de la revolución cubana. Le aclaramos que probablemente esas organizaciones no apoyarían, pero ella insistió y trató de convencerlos. Así se lo hizo saber a varios compañeros a quienes les envió cartas con sus reclamos. Delante de varias organizaciones piqueteras leímos su adhesión al evento, con gran entusiasmo.

¿Por qué Celia apoyó esta otra iniciativa? ¿Habrá sido por amistad personal? Sinceramente no lo creo. Estoy seguro que también tenía muchos amigos y admiradores en las filas afines al acto oficial. Quizás nos equivoquemos, pero sospechamos que su intención apuntaba siempre a sacar al Che del póster y la estatua, para recuperarlo como quien fue realmente, alguien indomesticable, que no generaba suspiros condescendientes o nostálgicos sino enojos, diatribas e incomodidades en la sociedad oficial y en las corrientes reformistas que tanto lo denostaron.

En la última conversación que mantuvimos antes de este desafortunado accidente, Celia me llamó por teléfono desde Buenos Aires. Había estado pocos días en Argentina. Cuando me dijo que no iba a poder participar esta vez de la Cátedra Che Guevara la insulté cariñosamente, dada la confianza mutua que teníamos. Pegó una carcajada. Volvió a pedir disculpas y de ahí en más la conversación derivó hacia los problemas de la política argentina y el debate latinoamericano sobre la insurgencia colombiana y los ataques de Uribe. Celia tampoco vaciló en ese tema. Empezó con el entusiasmo de siempre a defender a los hermanos y hermanas de las FARC colombianas y nos planteó su convencimiento de que hoy más que nunca la izquierda latinoamericana en sus diferentes variantes y grupos debería apoyar a la insurgencia. La interrumpimos recordándole que los teléfonos en Argentina están intervenidos por la policía y no convenía discutir sobre ese tema de esa manera. Se rió mucho cuando le dije que recordara que no estaba en Cuba, y que era mejor que retomara las prácticas de los tiempos en que su mamá y su papá tenían que cuidarse de los cuerpos represivos y de inteligencia. Ese fue nuestro último diálogo, hace apenas pocos días.

Así fue siempre Celia. Un tanque vietnamita ingresando en la embajada yanqui, un tanque soviético tomando por asalto Berlín. ¡Imparable! Nada la detenía. Un huracán de energía militante.

Nunca asumió ni le interesó una posición “decorativa”. Podría haber vivido cómoda, disfrutando, ajena a la política, de sus apellidos prestigiosos. Esa opción no la sedujo en lo más mínimo. Es más, estoy seguro que la despreciaba. Siempre su interés era militante, incluso si eso le traía “problemas” por los líos en que se metía. Sus palabras preferidas no eran “a ver cuando nos tomamos unos tragos” (aunque también los hemos tomado) sino que priorizaba invariablemente el debate político, las tareas, los desafíos militantes a escala continental, sin perder el humanismo cotidiano.

Nada de nostalgia por el pasado, toda la voluntad puesta hacia adelante. Quizás por eso Celia amaba tanto a Julio Antonio Mella, quien alguna vez escribió “Todo tiempo futuro tiene que ser mejor”.

Muy lejos geográficamente de Celia pero siempre muy cerca suyo en el corazón y en los ideales, le enviamos un abrazo enorme a su papá Armando Hart, a sus hijos, a toda su familia, a sus compañeros de Cuba y de todo el mundo, que tanto la quisieron y la querrán.

¡Querida compañera Celia, hasta la victoria siempre!

Buenos Aires, 8 de septiembre de 2008

FUENTE: REBELIÓN (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72404 )

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"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.


Rodolfo Walsh, ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), 1976

Celia Hart Santamaría cubana mi amiga trostkista frontal revolucionaria fidelista y martiana se me ha muerto como del rayo MuseoChe Guevara de DUELO





¡ Hola mi hermanita, mi amiga, mi hija, compañera revolucionaria fidelista martiana y trostkista!

Te sentimos mas presente que nunca desde hoy, en que dicen que nos faltás.

Te llevaremos dentro de nuestras almas y cerebros hasta que nos toque reencontrarnos.

Quisiéramos reprocharte el habernos soltado la mano. Esa mano tuya que nos guiaba por caminos que no hubiéramos osado circular solos.

Intuimos que el imborrable ejemplo que sembraste en el mundo, volverá transformado en solidario pésame que contenga al revolucionario pueblo cubano al que cortaste el aliento con tu partida.

Celia querida, escucha lo que te vamos a leer.. es por y para vos. Irene y Toto


Elegía a Ramón Sijé - Miguel Hernández
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se

me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

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Celia amiga hasta cada minuto de nuestras vidas. Irene y Toto