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Roja IJú      compartió la foto de Jazmin Soler — con Jorge Miguel Soler 
Quisiera hacer una aclaración antes de empezar con el homenaje; porque mucha gente con buena intención confunde este día con un día triste. La tristeza ya pasó, tuvimos 40años para superar ese sentimiento. Hoy es un día de celebración. Y que nadie le de pudor utilizar esa palabra. Sobretodo a los funcionarios, que no les de Pena, asociar este día con la Celebración, porque celebramos la Verdad, celebramos el reencuentro, celebramos que nuestros familiares tienen Justicia; no le Tengamos MiEDo a celebrar la Verdad, nosotros que venimos de una generación de lazos rotos, de una generación nacida en democracias nuevas y crecidos en un neoliberalismo feroz, que nos quitó las ganas de confiar en la Justicia y más aún en la política, de la cual muchos de mi generación estamos totalmente descreídos. Pero hechos como estos nos invitan a involucrarnos, a hacer nosotros mismos el trabajo que otros, por desidia o intereses foráneos, no hacen. Este proceso y el trabajo de Rogelio y su maravilloso equipo, nos devuelve las ganas de creer, de participar y díganme si este no es un gran motivo de Celebración también. Dicho esto, comienzo:
Disculpen si sueno truculenta o amarillista, la realidad no nos da tiempo para medias tintas;
Dicen que los muertos son todos buenos después que mueren. Este no es el caso.
A mi abuelo no lo mataron solo por ser comunista, ni por periodista de la Verdad, ni por ser un excelente Abogado defensor de derechos.
A mi abuelo se la tenían jurada.
Dos veces escapó del calabozo, burlando la muerte y el fastidioso control militar.
Dos veces distintas, desnutrido y con un compañero al hombro, engrillado, atravesando km de monte entero, desierto y bañados.
Ese espíritu Ardía, como ardieron de Amor inmenso muchos otros como él. Ardia de solidaridad, de amor patriota, de conciencia latinoamericana, de empatía y humildad, propia de un amante la gente sencilla.
A mi abuelo lo mataron por ser la Encarnación del Hombre Nuevo, por sus ideas, pero Sobretodo, por lo que con sus Acciones despertaba en la gente, el Sentido de la Dignidad.
Mi abuelo amaba, Amaba Mucho.
Entre exilio y clandestinidad, formó una hermosa familia, a quienes pretendía dejarles un mundo mejor. Crio tres hijos inteligentes y fuertes como el, y a su vez, mi padre crio tres hijas libres. Amaba su compañera, era cariñoso y bastante avanzado a su época, no era machista. Ella no dejo de buscarlo UN DiA de su VIDA.
El amaba a su Patria tanto, que no pudo ver su decadencia sin poder hacer nada. Amaba el Paraguay, su gente sencilla, los campesinos, hizo un diccionario del guaraní al español, enseñaba a leer a quien se cruzaba. Era un visionario de la Revolución Sin ARMas, porque no creía que la violencia trajera algo mejor.
Miguel Ángel era un fuego contagioso, que sacudía los miedos de una Nación en sorda quietud, despertaba los corazones sometidos en la miseria.
 A mi abuelo lo mataron por ser como fue, creyendo que así se terminaba todo..
Y se cagaron jodiendo! Porque renace en cada campesino que reclama sus tierras, en cada luchador por la Educación, en cada defensor de la PachaMama. Se cagaron jodiendo, porque no pueden frenar la Primavera, el despertar de los Pueblos, la Hermandad de las voces Dignas.
Cuando recibimos la bella noticia de la identificación, los siguientes versos brotaron de mis manos como llanto alegre:
"Huesos que hablan.
Retumban, trémulos en la tierra.
Esperan, pacientes.
Tienen La Paz de la Verdad del tiempo.
Que siempre prevalece.
Esperando, ser escuchados,
Que alguien oiga su voz,
Susurro en la brisa fresca,
Llovizna etérea de verano,
Canto constante del güira tupin,
Recordando a los hombres el camino hacia la Tierra Sin Mal.
Tan Impunes se creyeron,
Que no les daba el tiempo
Para borrar todo indicio de Crueldad.
Y así los dejaron, ahí tirados,
Ocultos bajo la tierra de sus miserias,
La misma tierra por la que el lucho toda su vida.
De la tierra que lo cobijo e no la clandestinidad,
Donde se tejían los hilos de la Resistencia.
Una vez más, quisieron borrarte,
Una y mil veces más, Renaces.
En cada grito, en nuestras memorias.
En cada Barricada, en la Dignidad Rebelde.
En la Pulsión misma de intentar vivir libres,
De sabernos poderosos juntos.
Por fin, la Verdad ve la luz del Sol,
Abriéndose paso entre el fondo putrefacto.
Curiosa es la desgracia del Infame,
Que ni pena me da por aquellos,
Que de tanto negarte, te mantuvieron GIGANTE Y ETERNO!"
Rocío Soler